Como sabéis, soy muy meticuloso organizando mis semanas. He llegado a tener mi vida dividida en fracciones de 15 minutos, con distintos colores, títulos y notas.
Ya no planeo de esta manera pero me gusta proponerme una serie de cosas antes de iniciar la semana, y sobre todo me gusta cumplirlas.
Aquella tarde tenía previsto asistir a un evento cerca de la playa. ¿Problema? La siesta se alargó y apenas tenía una hora para prepararme y desplazarme hasta allí, con la añadidura de que empezó a llover. Aletargado y estresado, solo un par de minutos después de despertar, ya estaba planteándome cancelar mi compromiso. Al fin y al cabo nadie me esperaba, nadie me lo iba a echar en cada.
Bueno, en realidad había una persona: yo. Cómo actúas ante ti mismo define tu nivel de autoestima. Respeta tu propia presencia, y eso es el amor propio.
En otras partes de la ciudad (pensé) había otras personas decidiendo quedarse en casa. Solo iban a desplazarse allí quienes tuvieran interés genuino en el evento. Por tanto, aunque habría menos personas, la calidad aumentaría.
Me presenté allí y acabé conociendo a una persona muy especial. Solo hizo falta ir.
Nuestra mente es en muchos casos como un niño pequeño. Le proponemos cosas y las rechaza de plano, por miedo, pereza, prejuicios… Pero si nos forzamos a hacerlas, pasamos de la desgana a estar totalmente sumergidos en cuestión de minutos.
Este es el secreto de la microproductividad. Quienes usamos esta técnica, dividimos las tareas en pasos fracciones hasta el absurdo, y no nos exigimos más que un pequeño primer paso. Pero por inercia terminamos haciendo más de lo que pensábamos.
Si debo realizar alguna tarea y no me siento con ganas, la divido en trozos. Y llega un momento en que el primer paso me parece tan fácil, que digo: voy a hacer esto, y si cuando termine quiero dejarlo, lo dejo.
Esto puede ser sencillamente vestirme con ropa de deporte cuando no me apetece entrenar, escribir el primer párrafo de un capítulo, leer dos páginas de un libro, limpiar y ordenar solo la mesita de noche o únicamente un cajón…
Las justificaciones para no empezar a hacer las cosas son absurdas y no nos hacen ningún bien. Están pensadas para preservarnos, pero no hay peligro del que preservarnos.
Cada vez que estés tentando de abandonar, procrastinar, posponer, piensa:
Voy a dar al menos el primer paso.
Y generalmente eso bastará.
hermano, la verdad me hizo reflexionar mucho, cosas que hacia como limpiar mi zona para las tareas escolares y terminar haciendolas o cuando no queria bañarme, el simple hecho de lavarme las manos me empujaba a ducharme aplicare esto mas a menudo ¡gracias!