El impacto neuroquímico de las creencias
17 diciembre, 2021

Imagina que te reúno con otras 99 personas en un aula para hacerte una prueba. A todos os entrego un examen, con diez preguntas. Os digo que el 50% de la población mundial es capaz de aprobar el examen, es decir: de acertar al menos cinco preguntas. 

 

Cuando entregas el examen, estás bastante confiado en haber obtenido una buena calificación.

 

Vuelves al día siguiente, te sientas en el mismo lugar y esperas a que la sala se llene, de nuevo, con las cien personas. Aparezco yo, el examinador, y revelo los datos de la prueba:

 

No has acertado ninguna pregunta.

 

Automáticamente, tu mente se pone alerta y empieza a funcionar. Estabas seguro de haber superado la prueba… Incluso esperabas una buena calificación. ¡Pero estás entre el 10% más estúpido de la humanidad! Sientes vergüenza, duda, quizás rabia porque las preguntas eran confusas… Tus niveles de estrés físico, psíquico y emocional están por las nubes.

 

Lo que en realidad ha sucedido es que he manipulado tus preguntas para que no tengan respuesta correcta. Era imposible acertar siquiera una. 

 

Tendemos a pensar que el mundo de la biología es totalmente objetivo. Con toda su complejidad, nos parece una ciencia ‘fuerte’, cercana a la física o la química. 

 

Y si bien eso no deja de ser cierto, analiza lo que ha ocurrido en este escenario imaginado: la mera creencia (que ha resultado falsa) de que estabas entre el 10% más estúpido del mundo, ha producido efectos hormonales en tu cuerpo. 

 

Podría haberte torturado un poco más, y haber anunciado que todos tus compañeros habían superado la prueba menos tú. En ese caso, a tu decepción inicial se habría sumado el estrés de un estatus social bajo. 

 

De hecho, mi teoría sobre por qué tus respuestas eran erróneas podría haber estado infundada, y te habrías ido a tu casa ese día con la creencia interiorizada de que eres tonto, para el resto de tu vida.

 

Lo que no quiero que pierdas de vista es que toda esta respuesta hormonal, que produciría cambios reales en tu cuerpo (especialmente si le sigues dando vueltas), depende de tu interpretación del evento. 

 

La reacción que he descrito seguramente fuese la más común, pero existen otras. Una persona convencida de sus habilidades podría dar por hecho que hay un error. O incluso reconociendo que no has acertado ninguna pregunta, podrías reírte de la situación, aceptar que ese día no estabas en tu mejor momento, que de cien exámenes que hayas hecho en tu vida es normal que al menos uno sea catastrófico, y simplemente esperar las respuestas correctas con una actitud de curiosidad.

 

O agradecer que el proceso te haya mostrado un área de tu vida que debías mejorar.

 

O, incluso en el caso de que aceptes que estás en el decil más estúpido de la humanidad, tener claro que eso no determina tu valor como persona.

 

(Por cierto, ¿conocías la palabra ‘decil’? ¿Te has sentido estúpido?).

 

Esta interpretación del evento determina tu respuesta hormonal.

2 Comentarios

  1. JPAD

    Sí, me a pasado en situaciones reales y lo que es peor en situaciones imaginarias en las que literalmente mi valor ya no dependía de una situación que estuviera viviendo pero ahora que lo pienso ¿Que mas da, que importa real o no?

    Que no tiene que ser determinante es precisamente lo que muestras en tu artículo.

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  2. David

    Me sentí identificado, reí mucho, hace falta eso hoy en día, seguir mejorando y valorar nos cómo personas

    Responder

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