Hace 100 años, una persona podía estar viviendo toda su vida con intolerancia a la lactosa, sin saber por qué tenía síntomas negativos, resignándose al sufrimiento.
Probablemente, esa misma persona en 2020 podría detectar su problema por sí misma en un par de horas con bastante fiabilidad, averiguando sobre sus síntomas en Internet.
Y aunque parece claro cuál de los dos escenarios es preferible, la disponibilidad de la información hoy en día también conlleva problemas.
En primer lugar, publicar en Internet tiene un coste cercano a cero, es fácil e instantáneo. La calidad media de la información, por tanto, es muy baja. Eso crea un efecto de falsa confianza donde creemos saber mucho sobre un tema, cuando la mayoría de usuarios de Internet se guía únicamente por titulares (en lugar de leer textos completos) y tiene un enorme déficit de atención.
El mayor problema, a mi juicio, es el fear of missing out, es decir, el miedo a perderse cosas, el miedo a aplicar la información que ya tenemos por miedo a que no estemos en lo cierto. Por lo tanto, posponemos la acción, investigamos más, hasta llegar a la parálisis por análisis: tenemos tanta información que no sabemos qué hacer.
Esto produce un gran estrés cognitivo que nos afecta en todas las áreas de nuestra vida, ya que nuestra mente está llena de ruido; afecta al enfoque, la concentración, y los niveles generales de felicidad.
La disponibilidad de información no debe hacernos olvidar que la acción manda. Por otro lado, cuando pases a la fase de ejecución de un proyecto, practica la ignorancia selectiva: deja de exponerte a información. No tengas miedo a perderte nada. Piensa en tu proyecto como un pedazo de tierra donde vas echando semillas. No puedes echar semillas a diario porque ninguna crecerá. Una vez encuentres la semilla adecuada, debes invertir en darle las mejores condiciones.
Esto aplica para negocios, proyectos creativos, e incluso es transferible a la política: la mayoría de personas sería más feliz si dejase su adicción a las noticias, que raramente informan, y los telediarios, que son peores que los reality.
0 comentarios